Introducción
Luego de ocho años de recesión económica [1], la Venezuela de mediados de 2022 ha empezado a mostrar señales de recuperación parcial en ciertas (limitadas) capas de su maltrecho tejido productivo. Desde finales de 2017 [2], el avance de la dolarización transaccional, el relajamiento de los fuertes controles que acosaban la actividad privada, y la política de aduanas abiertas para la importación de bienes terminados, sentaron las bases para el “renacer” de las actividades de comercio y servicios orientados al consumo final. La mayor disponibilidad de bienes de consumo final es notoria e inocultable. En este contexto, la parte de la población que tiene acceso, al menos parcial, a ingresos personales en divisas, ha recuperado sus niveles de consumo. Estos mayores niveles de consumo, incluyendo notorios brotes de consumo conspicuo en las grandes ciudades, han fortalecido la percepción de que una recuperación general en los niveles bienestar de la población está ocurriendo.
Sin embargo, existe evidencia empírica de que el crecimiento de los ingresos promedio y la mayor disponibilidad de bienes de consumo no se traduce, necesariamente, en mayores niveles de consumo para toda la población. En particular, la persistente debilidad del mercado laboral venezolano, en ausencia de mecanismos fiscales compensatorios y/o transferencias externas, crea barreras estructurales para la recuperación del consumo de una parte importante de la población. Se puede decir, con bastante certeza, que el “renacer” de la economía venezolana y el bienestar que ha producido el rebote parcial del consumo no tiene una ancha base poblaciónal.
Algunas pistas sobre las barreras que enfrenta una parte de los venezolanos para consumir en la economía dolarizada provienen de la inspección analítica de los datos recientes:
- Poca gente participa en el mercado laboral: en Venezuela, solo el 53,8 % de las personas entre 15 y 64 años participa en el mercado laboral. Esta es la tasa de actividad laboral más baja de toda la región e implica que unos 8,8 millones de adultos en edad productiva no generan ingresos autónomos y están en situación de dependencia [3].
- Los ingresos laborales del sector privado mejoran, pero siguen siendo muy bajos: Estimaciones de campo recientes indican que la remuneración promedio del sector de comercio y servicios del Área Metropolitana de Caracas alcanzó en abril de 2022 apenas US$ 116 mensuales [4].
- Los salarios del sector público continúan siendo extremadamente bajos: De acuerdo a cifras recientes, el sector público venezolano ocupa aproximadamente a 2.2 millones de empleados, con un salario promedio de US$ 17,9 mensuales [5].
- Las remesas compensan a algunas familias, pero su alcance es insuficiente: de acuerdo con cifras recientes, la proporción de hogares que perciben ingresos por remesas es de 24,3%. En promedio, estos hogares reportaron recibir solo 65,8 USD mensuales [6].
Esta nota técnica revisa la evidencia disponible para evaluar la recuperación reciente de los ingresos de la economía desde una perspectiva distributiva. Es decir, se intenta aquí calificar si el crecimiento observado en los ingresos per cápita ha favorecido a toda la población por igual o si, por el contrario, algunas de las barreras mencionadas están excluyendo sistemáticamente a una parte de la población de los frutos del incipiente crecimiento. Los resultados aquí mostrados provienen de una investigación más amplia hecha para el Banco Interamericano de Desarrollo.
Datos y metodología
Para el análisis distribucional aquí propuesto se usaron los microdatos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) del año 2020 y 2021. Las variables estimadas de ingreso per cápita están expresadas en dólares corrientes por mes. La estimación incluye imputaciones de ingresos laborales bajo la metodología Hotdeck, para aquellos hogares que erróneamente muestran cero ingresos.
El estudio de análisis del sesgo “pro-pobre” del crecimiento de los ingresos está basado en el marco conceptual de Duclos, 2009 [7]. Conceptualmente, el crecimiento de los ingresos per cápita tendrá un sesgo “pro-pobre” si el ingreso promedio del segmento menos favorecido de la distribución del ingreso tiene una tasa de crecimiento positiva (sesgo pro-pobre absoluto), o si esa tasa es mayor al crecimiento de los ingresos promedio de la economía (pro-pobre relativo). Este último caso es consistente con mejoras en los indicadores generales de desigualdad del ingreso.
En términos empíricos, se inspecciona el sesgo pro-pobre del crecimiento de los ingresos comparando los cambios porcentuales en la función de cuantiles de la distribución de ingreso de dos periodos de tiempo, conformando una Curva de Incidencia [8]. En particular, en esta nota se evalúa el sesgo del crecimiento de los ingresos mediante la inspección de los deciles de la distribución del ingreso per cápita estimados de la ENCOVI entre 2020 y 2021.
Resultados
El gráfico 1 muestra la curva de incidencia absoluta del crecimiento del ingreso per cápita para el periodo 2020-2021. El análisis se muestra en deciles, es decir, se distribuyó la población en 10 grupos de igual tamaño, ordenados de forma ascendente. El decil 1 es el más pobre, mientras el decil 10 el más rico. La curva de incidencia muestra la tasa de crecimiento del ingreso en US$ de cada decil entre 2020 y 2021.
Gráfico 1. Curva de incidencia absoluta del crecimiento del ingreso per cápita por deciles 2020-2021

El primer resultado que destaca es la significativa diferencia que hay entre la tasa de crecimiento de los ingresos per cápita de los segmentos más bajos de la distribución y el resto. Obsérvese que los tres deciles más pobres (deciles 1-3) muestran tasas de crecimiento negativas o cercanas a cero, lo cual significa que, en términos absolutos, el 30% más pobre de la población no mejoró sus ingresos en el periodo de estudio. El segundo resultado destacable es que la curva de incidencia muestra tasas de crecimiento que son progresivamente mayores a medida que se avanza a lo largo de la distribución (monotónicamente creciente), es decir, cada decil de la distribución experimentó una tasa de crecimiento del ingreso superior al decil inmediatamente anterior. En los extremos, el decil más rico (decil 10) mostró una tasa de crecimiento de 91%, mientras que el decil más pobre (decil 1) mostró una tasa de crecimiento de -11%.
El gráfico 2 muestra la curva de incidencia relativa del crecimiento del ingreso per cápita para el periodo 2020-2021, es decir, ajustando el resultado de cada decil al crecimiento promedio de toda la economía para distinguir el movimiento relativo de cada decil en términos de la distribución del ingreso.
Gráfico 2. Curva de incidencia relativa del crecimiento del ingreso per cápita por deciles 2020-2021

La curva de incidencia relativa del crecimiento de los ingresos per cápita muestra que, entre 2020 y 2021, solo el decil 10 de la distribución del ingreso, es decir, el 10% más rico de la población, mejoró su posición relativa con respecto al promedio de la economía. Este resultado es consistente con una desmejora en los indicadores globales de desigualdad y sería una indicación concluyente de que el reciente período de recuperación de ingresos está teniendo importantes efectos regresivos.
Ya existe evidencia de la erosión pronunciada en los indicadores de desigualdad global en esta etapa. El gráfico 3 muestra la curva de Lorenz para los ingresos per cápita y su variación entre 2020 y 2021. En el gráfico se refleja claramente un desplazamiento de la curva de Lorenz hacia la derecha en el periodo de referencia, lo cual es una prueba inequívoca de un deterioro en la distribución del ingreso venezolano.
Gráfico 1. Curva de Lorenz del ingreso per cápita 2020-2021

Para ponerlo en cifras, en 2020 el ingreso promedio del 20% más rico de la población era 23 veces superior al ingreso promedio del 20% más pobre de la población, mientras que, en 2021, el ingreso del 20% más rico fue 46 veces mayor al del 20% más pobre. En términos de concentración del ingreso, en 2020 la porción del 20% superior de la distribución concentró el 54% del ingreso total del país, mientras que, en 2021, este mismo porcentaje de la población concentró el 61% del ingreso total. Se estima que entre 2020 y 2021, el coeficiente de Gini, el indicador de desigualdad más utilizado, aumentó en 7,4 puntos porcentuales, para ubicarse en 65,2%, cifra que pone a Venezuela como uno de los países más desiguales de Latinoamérica, con una diferencia de 18,8 puntos porcentuales respecto al coeficiente promedio de la región [9].
Hallazgos e Implicaciones
De acuerdo a la inspección de los microdatos de la ENCOVI, los ingresos per cápita promedio de los venezolanos, expresados en US$, aumentaron aproximadamente 65%, en promedio, entre 2020 y 2021. De acuerdo a los resultados presentados en esta nota técnica, este crecimiento no favoreció por igual a todos los estratos de la población. Los principales hallazgos de este trabajo se enumeran a continuación:
- El ingreso de los más pobres no se está recuperando: De acuerdo al análisis del sesgo pro-pobre del crecimiento de lo ingresos, en términos absolutos, el ingreso del 30% de la población más pobre cayó o permaneció estancado entre 2020 y 2021, ello a pesar de que el ingreso promedio de la economía aumentó 65% durante ese periodo. Lo anterior implica que existen barreras efectivas que evitan que los más pobres tengan acceso a los beneficios del crecimiento observado.
- El crecimiento de los ingresos es, en términos absolutos, altamente regresivo: Se observa una clara correlación entre la posición relativa en la distribución del ingreso y los resultados obtenidos entre 2020 y 2021. En el decil más rico mostró una tasa de crecimiento de 91%, mientras que el decil más pobre decreció en -11%.
- En términos relativos, solo el 10% más rico de la población mejoró su posición en la distribución. Esto ratifica que los resultados obtenidos desmejoran inequívocamente la distribución del ingreso en Venezuela y que el crecimiento observado pueda ser categorizado como “anti-pobre”.
- Los indicadores globales de desigualdad se están deteriorando abruptamente: En 2020 el ingreso promedio del 20% más rico de la población era 23 veces superior al ingreso promedio del 20% más pobre, mientras que, en 2021, el ingreso del 20% más rico fue 46 veces mayor al del 20% más pobre. Asimismo, en 2021 el 20% superior de la distribución concentró el 61% del ingreso total del país (desde 54% en 2020). El coeficiente de Gini aumentó en 7,4 puntos porcentuales entre 2020 y 2021, para ubicarse en 65,2%. Con estas cifras, Venezuela se ubica entre los países más desiguales de Latinoamérica.
La evidencia empírica presentada en este Policy Brief muestra que la reactivación reciente de la economía venezolana y el aumento significativo de los ingresos personales promedio, están teniendo efectos ampliamente heterogéneos entre distintos segmentos de la población. El abrupto deterioro observado en los indicadores de desigualdad denota la existencia de persistentes barreras que impiden el acceso de una parte de la población a los beneficios del crecimiento económico. La debilidad del mercado laboral venezolano, caracterizado por una recuperación parcial de sectores de baja productividad y bajo valor agregado (comercio y servicios), mantiene deprimidos los ingresos laborales de segmentos importantes del empleo. Más aún, la enorme brecha entre los salarios del sector público y privado, excluye a millones de empleados públicos y pensionados de la capacidad de adquirir bienes y servicios en la economía dolarizada. Una parte de las familias compensa su ingreso familiar con remesas del exterior, pero su cobertura y monto siguen siendo limitados. Algunos, los menos, compensan su ingreso mediante la liquidación activos y el ahorro externo acumulado en el pasado. En este contexto, las brechas de ingreso y bienestar resultan ya notorias. La dualidad actual de la economía venezolana
se expresa en islas urbanas de dinamismo económico y recuperación del consumo que coexisten con segmentos demográficos y territoriales que viven en condiciones de vida precarias o altamente vulnerables. En ausencia de una red de protección social pública que ofrezca mecanismos de compensación efectivos, el resultado será el aumento sostenido y sistemático de los niveles de desigualdad. Esta nota ofrece las primeras evidencias de esta tendencia.
De acuerdo a Branko Milanovic [10] hay algunas desigualdades deseables, en particular, aquellas que son consecuencia de esfuerzos o talentos diferenciados, pues es positivo que los más productivos o laboriosos tengan más. Pero hay otro tipo de desigualdad que es inadmisible, aquella ligada a características innatas de los seres humanos: raza, género, religión, orientación sexual, lugar de nacimiento o conexiones políticas. Ese es el tipo de desigualdad que hay que se debe combatir.
Referencias
[1] Impacto de las Sanciones Financieras Internacionales contra Venezuela: Nueva Evidencia. https://www.imf.org/en/Publications/SPROLLS/world-economic-outlook-databases#sort=%40imfdate%20descending
[3] Fuente: Cálculos propios de los microdatos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida ENCOVI 2021. Universidad Católica Andrés Bello, Marzo 2021.
[4] Fuente: Índice de Remuneraciones del Sector Comercio y Servicios del Área Metropolitana de Caracas. OVF. https://observatoriodefinanzas.com/la-remuneracion-promedio-del-sector-privado-apenas-compra-el-30-de-la-canasta-alimentaria-y-la-del-sector-publico-8/
[5] Fuente: Cálculos propios de los microdatos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida ENCOVI 2021. Universidad Católica Andrés Bello, Marzo 2021
[6] Remesas, Pobreza y Distribución del Ingreso en Venezuela: ¿Qué dice la evidencia? https://thinkanova.org/2022/03/30/remesas-pobreza-y-distribucion-del-ingreso-en-venezuela-que-dice-la-evidencia/
[7] Duclos, J.Y. (2009).. What is “Pro-Poor”? Social Choice Welfare. Vol 32, p. 37–58. https://doi.org/10.1007/s00355-008-0308-x
[8] Empíricamente el sesgo pro-pobre del crecimiento se basa en la comparación de los cambios en la función de cuantiles de la distribución de ingreso en dos periodos de tiempo. Si se define la función de cuantiles de la distribución de ingreso para el periodo j, se obtienen dos ecuaciones. La primera (i), es la condición formal para que se haga el juicio de crecimiento pro-pobre absoluto, y la segunda (ii), es la condición formal del crecimiento pro-pobre relativo, donde Q(p) es el ingreso del individuo que está en el rango p de la distribución y g es la tasa de crecimiento del ingreso promedio de la economía en un punto del tiempo respecto a otro.


[9] CEPAL (2021). Panorama Social de América Latina y el Caribe 2021. https://www.cepal.org/es/publicaciones/47718-panorama-social-america-latina-2021#:~:text=Descripci%C3%B3n,gasto%20social%20en%20la%20regi%C3%B3n
[10] Milanović, Branko. (2016). Global inequality: a new approach for the age of globalization. https://www.jstor.org/stable/j.ctvjghwk4
Luego de leer completo el informe es evidente que la clase rica se ha hecho más rica, haciendo negocios “lícitos” o no, junto al régimen en detrimento de la clase más fesposeudas que no reciben ningún tipo de beneficios. La clase media, muy difusa sobrevive a duras penas, ayudados por remesas externas de familiares e hijos. Realmente es una economía ficticia, que en cualquier momento se precipita a un abismo sin fin.